Gaspar Riveros no pudo contener sus sentimientos cuando se confirmó su clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024. Sus lágrimas de emoción y su rostro reflejaban la lucha de un guerrero. La diferencia de 0,71 puntos, sí, menos de un punto, sobre el competidor de Luxemburgo es algo que difícilmente se repetirá en las clasificaciones del olimpismo del triatlón, una de las disciplinas con las clasificaciones más difíciles del deporte.
Gaspar, un triatleta muy querido por su alegría, espontaneidad, amistad y espíritu generoso, es conocido por su accesibilidad y cordialidad. Su presencia siempre genera un ambiente de risa y felicidad, haciendo que sea un placer compartir momentos con él. Muchas personas deseaban su clasificación, considerando que sus méritos, fruto de 25 años de trabajo y perseverancia, merecían ser recompensados. Esta clasificación es el premio necesario que necesitaba para coronar su trayectoria.
Gaspar abrazó el triatlón desde muy niño, participando en sus primeros eventos a los cinco años en el sur de Chile, siguiendo los pasos de su hermana Bárbara Riveros, quien ha competido en cuatro Juegos Olímpicos y obtuvo el quinto lugar en Río 2016. En su juventud, demostró un talento excepcional en tenis, atletismo y duatlones.
Un domingo de primavera de 2006 es particularmente memorable. Ese día, Gaspar compitió en un duatlón temprano en la mañana, representó a su colegio en una carrera interescolar de obstáculos por la tarde y, minutos después, llegó justo a tiempo para participar en su tercera final de tenis escolar. Ganó todas las competencias, pero la jornada fue agotadora. Esa noche, fue imposible sacarlo del baño de tina donde se recuperaba. A las 8 AM del día siguiente, ya estaba sentado en su banco del colegio, ejemplificando su dedicación desde una temprana edad.
Gaspar poseía un talento sobresaliente y, durante su niñez, siempre estuvo en el pódium de los campeonatos atléticos escolares de 2.000 metros con obstáculos. Fue campeón nacional en varias ocasiones de Mountain Bike, triatlón y duatlones, demostrando constantemente su capacidad. Sin embargo, debía decidir en cuál disciplina centrar sus esfuerzos para alcanzar su máximo potencial.
A diferencia de su hermana Bárbara, la familia de Gaspar Riveros le pidió que se enfocara en sus estudios al finalizar su educación secundaria en los colegios Giordano Bruno y Verbo Divino. Aunque no estaba completamente convencido, ingresó a estudiar Ingeniería Comercial en la Universidad Andrés Bello (UNAB) y posteriormente obtuvo su magíster en Madrid. Esta decisión postergó su explosión deportiva y, en varias ocasiones, quiso abandonar sus estudios, pero su familia no se lo permitió. Hoy, al mirar en retrospectiva, reconoce que fue la decisión correcta. Planea realizar un magíster en Gestión Olímpica en Laussana, Suiza, y continuar su vida ligada al deporte. ¡Una decisión formidable!
Gaspar Riveros ha logrado entrar en el 1% de la población de alto rendimiento que llega a un Juego Olímpico. A lo largo de su carrera, se consagró varias veces como campeón élite en copas continentales y fue el mejor chileno en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 (8º) y Santiago 2023 (6º), además de ganar la medalla de plata en los Juegos Sudamericanos de 2014. Su clasificación para los Juegos Olímpicos de París 2024 es comparable solo a su sexto lugar en los Juegos Panamericanos de Santiago 2023, donde recibió el cariño del público como si fuera un campeón panamericano.
Aunque sus triunfos no han sido numerosos, su camino de constancia y sacrificio para llegar a París 2024 ha inspirado a generaciones completas que han visto su perseverancia. La alegría de su clasificación fue indescriptible para muchos.
Llegar a París 2024 no fue fácil. Otro chileno avanzaba a paso seguro en el ranking olímpico, y Gaspar tuvo que seguir la misma ruta, ya que no le serviría un «new flag» del continente. Era impensado que dos chilenos pudieran clasificar por esta vía, ya que normalmente está reservada para las potencias privilegiadas. La lucha por los últimos cupos fue titánica. Además, Gaspar necesitaba la fortuna de que en los top 30 de los países europeos, no más de tres triatletas por país se clasificaran. Finalmente, España entró en la última fecha y el desconsuelo húngaro fue total, ya que dos de sus cuatro triatletas en el top 30 fueron desplazados. Gaspar logró su clasificación por solo 0,71 puntos, un hecho insólito.
En octubre de 2023, Gaspar entró al ranking olímpico y se mantuvo hasta principios de mayo de 2024, aunque al final de la tabla. La última recta fue un calvario, con seis eventos de copas del mundo y un panamericano entre marzo y mayo en Estados Unidos, Hong Kong, Australia, China, Uzbekistán e Italia. Durante ese período, Gaspar entró y salió del ranking, haciendo la situación insufrible para muchos. Finalmente, se logró la histórica clasificación de dos chilenos por ranking olímpico, un hito para el país y un ejemplo para las futuras generaciones. Se derribó un muro y se abrieron nuevos desafíos.
Gaspar tenía presente el recuerdo de Tokio 2020, donde una caída y una fractura de omóplato lo dejaron fuera tras cuatro meses de recuperación. Fueron dos años de lucha por la clasificación y un gran equipo de la Federación Chilena de Triatlón (Fechitri) organizó dos copas del mundo con grandes estrellas, otorgando a los triatletas chilenos puntos valiosos. Sin estos eventos, no se habría alcanzado este hito de tener dos olímpicos.
Gaspar es el quinto triatleta chileno olímpico, siguiendo a Matías Brain (Sydney 2000), Bárbara Riveros (Beijing 2008, Londres 2012, Río 2016, Tokio 2020), Felipe van de Wyngard (Londres 2012), Diego Moya (Tokio 2020) y ahora en París 2024, Gaspar Riveros y Diego Moya.
Todo indica que el triatlón chileno sigue creciendo y desarrollándose. Gaspar Riveros nos deja un legado de perseverancia, lucha y trabajo, que ha sido merecidamente recompensado. Felicidades, Gaspar, ¡te lo merecías!
Carta de Agustina Riveros Bittencourt a Gaspar Riveros